Esta vez, para bucear

Regreso a Asia junto a mi hermano Fermín. Él es veterano en las cosas del submarinismo, yo lo soy en el continente. Juntos nos sumergiremos en las azules aguas del golfo de Tailandia, en la isla de Ko Tao. Un paraíso terrenal, dicen... y marino.

domingo, 5 de abril de 2015

Bautismo de calma


Bueno, pues por fin he roto la barrera de la inquietud y me he sumergido de lleno en el reino de Neptuno. Mi bautismo de buceo ha sido increíble y mejor de lo esperado.

Siempre me han gustado los "protocolos" en determinadas actividades que conllevan un cierto peligro. Saber que si cumples una serie de normas y acciones concretas, el margen para el imprevisto es muy pequeño. El buceo es eso, además de muchas otras cosas.


Por la mañana mi equipo -tres chicas de Colombia y Madrid- y yo, hemos recibido una instrucción detallada del montaje, revisión y manejo del equipo: botella, chaleco, plomada, manómetro para la presión, profundímetro, regulador, máscara, aletas...

Todo ello lo hemos aprendido a manejar en mar abierto por la tarde, a poca profundidad y mediante unos ejercicios prácticos que incluían también las señas para comunicarse bajo el agua. Uno de los que más me ha gustado ha sido el de llenar las gafas de agua, e incluso perderlas, y aprender a ponérselas sin salir a superficie, vaciándolas posteriormente sujetando la parte superior, soplando fuerte por la nariz y mirando hacia arriba. Digo que me ha gustado porque era una de las pruebas a las que más temía, y que más suelen agobiar a los principiantes. Sin embargo, he superado la tarea considerablemente bien y todo gracias a dos cosas: el protocolo y, muy especialmente, la calma.



El buceo, como otros deportes de riesgo, te enseña a manejar situaciones estresantes controlando tus reacciones y miedos. Me lo comentaba hace unos días mi amigo y compañero en el cole Ángel Baigorri. Decía que sólo escalando se ha encontrado situaciones verdaderamente comprometidas, lo cual le ayuda a relativizar y afrontar con mente fría los problemas cotidianos. Esto es clave, no sólo bajo el agua o encaramado a una pared, sino en el día a día más común. De ahí, que me pareciese especialmente importante tener la experiencia y enfrentarla con paz.

Otra de las cosas que he aprendido hoy, y con la que me quedo de este deporte, es la solidaridad. En el agua eres uno sólo con tu pareja o tu equipo. Ellos velan por ti y tú por ellos, aquí no puede haber personalismos o decisiones unilaterales... Si a tu compañero le falta el aire, estás ahí para darle tu regulador de repuesto, si entra en pánico o tiene algún problema físico, de ti depende tranquilizarle y acompañarle en el ascenso para lograr un buen final.


Por otro lado, es cierto que la vida subacuática es fascinante. Ver a cientos de peces y crustáceos de todos los tamaños y colores bajo tu cuerpo aporta una sensación de ingravidez que tiene que ser lo más parecido a volar. No obstante, es un mundo extraño, al que no pertenecemos los hombres. Ya lo aprendí con creces el pasado verano en Menorca, cuando hice la travesía en kayak con Marco y Javi. 

Es por ello que hay que acercarse a él con humildad, respeto y precaución... Ha bastado que me despistase un segundo al ver cómo se escondían unas anémonas azules en una roca, para que perdiese flotabilidad neutra y acabase aterrizando en un fondo de coral que me ha dejado un leve recuerdo en las rodillas como aviso. Por suerte no había erizos (en ese metro cuadrado).

Y ahora atardece y apuro una soda en el muelle, pensando en estas cosas y viendo el barco de mi hermano alejarse para su práctica de buceo nocturno -como haré yo dentro de unos días-. Y observo el horizonte haciéndome una idea de cuánto me queda por aprender en el mar del Sur de China. Y en las inmensas ganas que tengo de ello.


1 comentario:

  1. ¡A ver, Mikel! Hay que ser respetuoso con el medio ambiente, como bien sabes. Por eso está muy feo bajar a dar rodillazos al coral; es como si te hubiera dado por ir a mordisquear a las anémonas azules. ¡No! Eso no hay que hacer. Nos alegramos de que la primera experiencia bajo agua te haya resultado gratificante. Te va a entrar el gusanillo, pero ¡ojo!, ese gusanillo no es ni una lombriz ni un "coreano" para ir a pescar. En cuanto a Fermín, ¿qué tal la experiencia nocturna? ¿Los peces bostezaban o estaban de discoteca? En cualquier caso, y de acuerdo con la hoja de identificación de peces que enseñábais otro día, me parece que no vais a ver ni ballenas ni sardinas, ni truchas ni salmones. Y si veis "morenas" (peces, no de las otras), dadles saludos. Como desde las orillas del Arga y de la "charca" del parque de Yamaguchi os mandan las Rubias y la compaña (santa en Galicia, pero "qui lo sa" en Pamplona). Pasadlo LO MEJOR POSIBLE.

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