Esta vez, para bucear

Regreso a Asia junto a mi hermano Fermín. Él es veterano en las cosas del submarinismo, yo lo soy en el continente. Juntos nos sumergiremos en las azules aguas del golfo de Tailandia, en la isla de Ko Tao. Un paraíso terrenal, dicen... y marino.

martes, 7 de abril de 2015

Mirar al mar


Ya soy buceador. Tengo el título y el carné. He superado las pruebas en mar abierto y el examen y teórico. De aquí a la eternidad podré bucear a una profundidad máxima de 18 metros. He obtenido el título de Open Water y la idea era comenzar mañana el Advanced. Sin embargo, una leve molestia en mi oído derecho aconseja darle un respiro de presiones y profundidades. No es nada, pero la prudencia manda. No hay prisa. Habrá sin duda ocasiones.

Aprovecharé los dos días que nos restan en la isla para visitar la superficie, hacer algo de kayak y disfrutar de la playa desde cuya orilla un mocoso más pequeño que su cebo intentaba pescar esta tarde.



Fermín hará una inmersión más con sus compañeros de curso para ver un pecio. Hoy ha tenido suerte: en un viaje en barco turístico por la isla que se antojaba anodino, han podido ver unos tiburones de arrecife que le han costado una pequeña quemadura en la espalda. Le ha merecido la pena.

Mi jornada de buceo ha sido la más intensa y excitante de los cuatro días. Nada más sumergirnos he tenido un pequeño contratiempo con mi regulador principal, que me ha obligado a utilizar el alternativo. Superada la prueba, hemos bajado a 13 metros y hemos podido observar un sinfín de seres: todos los peces de "Buscando a Nemo", incluido su protagonista, una morena, una raya moteada, meros, un pez globo y el temible Trigger o pez ballesta.

Es este un tipo grande y con malas pulgas, que ataca a los buceadores a la primera de cambio. Basta con bucear sobre su espacio psicológico para que arremeta a dentelladas contra el invasor. Y tiene unos dientes considerablemente fuertes. No te devorará, pero un susto así a un buceador inexperto puede derivar en un mal trago. Así pues, hemos desviado la trayectoria y lo hemos dejado a un lado sin mirarle a los ojos fijamente. Como el que atraviesa un gueto donde no es bienvenido y masca la tensión a cada paso.

Y así he salido a superficie, relajado, ingrávido, exultante. He cumplido el objetivo del viaje y estoy realmente satisfecho. Había que celebrarlo y todos los alumnos de la escuela Pura Vida nos hemos ventilado una paella con ingredientes tailandeses y aroma a nostalgia.

Creo que en la recta final de la aventura, mañana, cuando navegue en el kayak y otee el horizonte azul, miraré al misterioso reino marino con ojos diferentes. Con ojos de buceador.


2 comentarios:

  1. En primer lugar -el orden sí importa- abrazos, enhorabuenas, chupinazos y fuegos artificiales por los títulos de los dos.
    En segundo lugar, el mar va a seguir siempre lleno de agua y de peces. La titulitis puede ser una enfermedad con mala cura. Así que no hay que forzar. Haz caso a lo que te dice el oído y pon bien grande la oreja para escucharle.
    En tercer lugar (a la tercera va la vencida), al quemazo en la espalda, crema, limpieza y unas cariñosas palmadas con la mano abierta.
    En cuarto lugar, el tiburón visto desde la cubierta, mucho mejor que con botella y bajo el agua, porque si se está cubierto por el agua (vulgo, buceando) uno no se quema la espalda y así no tiene gracia.
    En quinto lugar (dicen que no hay quinto malo), una pregunta inocente: ¿Se como el Trigger? Digas lo que digas, si hay hambre, uno se come hasta las piedras, o lo que sea. Así que, como reza el dicho popular, "¡¡Cuidado con las cosas de comer!!" o "¡¡Con las cosas de comer no se juega!!.
    En sexto y último lugar (digo yo que tampoco es cuestión de agotar los números), disfrutad del final de las minivacaciones, que, aunque no es el caso de hoy, ya llegará el invierno pamplonés.
    En representación ed las Rubias, firmado y rubricado "La compaña".

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  2. En hora buena chicos. Yo no soy la rubia, soy la madre que os ......y que también sigo y disfruto con vuestros viajes. Contenta al comprobar que dentro del disfrute prevalece la cautela y el no "El Ansia Viva"......" 18 metros de profundidad son muchos metros, sobre todo para mi, que meter la cabeza dentro del agua es toda una proeza. Desde luego este gusto por el fondo del mar nada tiene que ver con la genética. Un besazo

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